Así empecé trabajando como auditora y consultora y seguí como responsable de marketing y relaciones internacionales, conferenciante y formadora. Mientras trabajaba me saqué la carrera de psicología por puro hobby y seguí apuntándome a todo curso que se me ponía por delante: alemán, claqué, trading de futuros, diseño, …
Mi formación heterogénea y un miedo nulo a reinventarme, unido a la compra de mi primera casa (un destartalado y compartimentado piso oscuro que reconvertí en un soleado y maravilloso apartamento), hicieron que a mitad de mi vida profesional tomara la decisión de volver a mis orígenes, llevar a cabo el sueño de trabajar para mí misma y dedicarme a mi pasión más profunda y que nunca dejó de acompañarme en el subconsciente: el diseño de espacios.
Tarde ya para dedicar 6 años presenciales a la carrera de arquitectura (será en otra vida), decidí enfocar mi formación al interiorismo. Vendí mi casa, compré otra más pequeña que también remodelé de cero pasándomelo pipa, y con el sobrante dejé el trabajo y me tomé dos años sabáticos para formarme en diseño interior: interiorismo, infografismo, FengShui, diseño gráfico, fotografía arquitectónica… En uno de aquellos Master conocí a Elena y al acabar me puse manos a la obra para montar mi propio estudio allá por el 2010. El resto de la historia ya la conocéis.
Hoy en día trabajo más que entonces, pero los domingos por la tarde no me pesan y jamás de los jamases me he arrepentido.
Me fascina: Idear (siempre ando maquinando algo), Clint Eastwood, viajar por el mundo más recóndito, el diseño mediterráneo, pintar (tengo por ahí un alter ego), cruzar por el medio de la calle, el picante, cotillear pisos en los portales de compraventa, las historias de la gente extraordinaria, la música negra, aprender, aprender y aprender, las personas de principios y las palmeras secas (sin chocolate).