(Venecia, Italia, 1906 – Sendai, Japón, 1978) Carlo Scarpa está considerado como uno de los arquitectos más representativos del siglo XX, conocido por su búsqueda incesante de la perfección en los detalles de todo proyecto que dieron como resultado un sinfín de filigranas arquitectónicas.
Tras pasar su infancia en Vicenza, regresó a Venecia para estudiar en la Academia de Bellas Artes donde se diplomó en diseño arquitectónico. En esta misma época, en la que era estudiante, recibió su primer trabajo para colaborar como diseñador con los maestros del vidrio de Murano, una etapa en la que tuvo la oportunidad de explorar las posibilidades que ofrece este material. Una vez acabados los estudios comenzó a impartir clases en la IUAV (Escuela de Arquitectura de Venecia).
A partir de 1948 empezó una productiva colaboración con la Bienal de Venecia, que para Scarpa supone el comienzo de una etapa de experimentación en cuestión de construcción de espacios para obras de arte.
Es a finales de la década de los 60 cuando empieza a ser altamente reconocido a nivel internacional, siendo más valorado en el extranjero que en su propio país. Carlo Scarpa realizó por entonces muchos viajes a Estados Unidos para ampliar sus conocimientos, y entre otras cosas, conocer la obra del arquitecto Frank Lloyd Wright.
Algunos de sus trabajos más destacados son:
- Aula Magna di Cà Foscari, Venezia (1935-1937)
- Casa Bellotto, Venezia (1944-1946)
- Tomba Veritti, Udine (1951)
- Galleria Regionale della Sicilia di Palazzo Abatellis, Palermo (1953-1954)
- Showroom Olivetti, Venezia (1957)
- Museo di Castelvecchio, Verona (1957-64, 1967-70, 1974)
- Casa e studio Scatturin, Venezia (1962-1963)
- Altare maggiore della Chiesa del Torresino, Padova (1978)
A lo largo de su carrera profesional recibió un premio por el proyecto realizado para Olivetti (1956) y el galardón de la Presidencia de la República para la arquitectura (1967). Tras su muerte, recibió la concesión del título honoris causa en Arquitectura, reconociendo por fin la valía de su trabajo arquitectónico que tanto había estado en entredicho.
Carlo Scarpa fue en definitiva un intelectual, una persona ecléctica, con una cultura amplia impulsada y acrecentada gracias a la constante relación que mantuvo con arquitectos, académicos y artistas. Murió en un accidente en 1978 en Japón, un país por el que siempre sintió una profunda atracción.
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