Sol, verano, playita… ¡y siesta! Si algo simboliza al relax de las vacaciones veraniegas es una buena hamaca donde disfrutar de buena siesta sin la presión de los horarios, de una intensa lectura con el ruido de las chicharras de fondo o de la simple observación de un atardecer mientras cae la brisa.
Y es que desde siempre las hamacas de exterior han sido símbolo del paraíso caribeño, de ese “lo dejo todo y me monto un chiringuito”. Quizás por eso, aunque el día a día nos devuelva a la cruda realidad, una hamaca es el capricho inconfesable de todo aquel que tiene un rinconcito exterior en el porche de casa, en el chalet de la sierra o en la terraza del apartamento de la playa.
El concepto de hamaca más común es el de una red colgada por los extremos a dos postes, dos troncos de árbol o elementos semejantes, que permite acoger a una (o dos) personas y que puede servir de cama.
Como curiosidad poco conocida, fue Colón quien la trajo a Europa procedente de sus grandes Viajes del Descubrimiento. En el museo del Oro de Bogotá se encuentra una miniatura de hamaca que indica que fueron los indios de América Central y del Sur quienes la utilizaron por primera vez, designándola muy acertadamente como “la cuna de los dioses“.
Desde entonces la tipología de hamacas ha evolucionado en cuanto a formas, materiales y textiles, pero ha seguido manteniendo esa forma tan característica que le permite acunarnos mientras nos tumbamos hundiendo en ella nuestra espalda.
Si dispones de un amplio jardín exterior, lo ideal es colgarla de dos buenos árboles que puedan a la vez darte sombra. Si en cambio tienes un porche o terraza, puedes utilizar dos postes para anudarla de lado al lado o, en su defecto, a dos buenos ganchos de pared a pared.
Como estilos hay de todo: desde las más minimalistas compuestas por un textil blanco liso y planchado unido a sendos listones de madera de los que parten unas cuerdas del mismo color en los extremos, hasta las clásicas hamacas bohemias más o menos coloridas basadas en un simple trozo de tela unido a dos cuerdas que son las que se cuelgan de lado a lado, pasando por las hamacas vintage, fundamentalmente adornadas en los lados por trabajos de puntilla, punto o crochet o aquellas más alternativas que suponen variantes del original, como aquellas hamacas-tumbona para varios colgadas de los 4 extremos o esas otras compuestas de una simple red de pescar sobre el agua amarrada a lo largo de sus dos extremos a dos buenos postes de madera.
En fin, un montón de opciones que nos recuerdan que las vacaciones están a la vuelta de la esquina (salvo para los afortunados que las disfruten ya). Y para ir poniéndote la miel en los labios, aquí van unas cuantas imágenes para tu inspiración.