Existen muchos tipos de iluminación para crear efectos y ambientes adecuados según las circunstancias de cada momento y la decoración que queramos crear.
Hoy os hablamos de uno de los efectos que podemos conseguir con una iluminación adecuada: la orientación.
Este efecto “orienta” al viandante y favorece el tránsito, ya sea en interior o exterior, actuando como señales a base de puntos o líneas de luz que marcan el camino y nos van guiando.
Para lograr este efecto, suelen utilizarse luces bien empotradas en el suelo o bien en la pared a pocos centímetros del pavimento.
En una buena orientación bastan con unas iluminancias bajas. Las luminarias pequeñas con una luminancia elevada se destacan claramente de su entorno.
La iluminación de orientación mejora especialmente la orientación en los edificios muy complejos, enmarcando líneas arquitectónicas y enfatizando los escalones.
Del mismo modo, aplica señalización a las entradas y a las salidas, facilitando por ejemplo encontrar la salida de emergencia en situaciones de alto peligro.
Realmente no sirve para iluminar estancias, ya que la potencia de la luz es baja, sino que su objetivo es únicamente orientar, por lo que deberá ir apoyado por iluminación adicional si queremos dar luz a todo el recinto.
Además de ello hemos de adecuar la temperatura de color al uso u también la intensidad de la luz.
Ambas han de variar en función de la actividad de cada zona y la hora del día que queramos.
Por último, también destacaremos el IRC, es decir, el índice de reproducción cromática, el cual conviene que sea elevado cuando necesitemos una buena percepción de los colores de los objetos que nos rodean. Estos por ejemplo serían el color de la ropa, los tonos del maquillaje, etc.
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Vía: pinterest.com