¡Esta vez viajamos al norte! Como su nombre indica, el estilo escandinavo surgido en el siglo XX, proviene de países nórdicos (Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia, algo de Alemania y Holanda…) Son países fríos, generalmente nublados o lluviosos, con poca luz y bonitos paisajes. Se trata por tanto de un estilo que trata de adaptarse a las condiciones climáticas de estos países, destacando por su calidez y luminosidad interior para compensar lo que no se encuentra en el exterior.
Como ya vimos en nuestro post de entradas en estilo escandinavo, el blanco es el color predominante de este estilo, generalmente combinado con grises y negros, y en ocasiones con tonos pastel. Como material, el rey indiscutible es la madera clara, que puntualmente va destacando en el espacio a través de toques en el mobiliario y sobre todo en los pavimentos, a base de grandes y anchas lamas.
En cuanto a la iluminación, este estilo tiende a contrarrestar la falta de luz abriendo grandes ventanales, con carpinterías muy sencillas y cuidadas. No suelen incorporar persianas ni colocar cortinas y en el caso que el espacio necesite de ellas se hace de una manera muy sutil con visillos ligeros blancos y lisos.
Los espacios por su parte son amplios y diáfanos, comunicándose los unos con los otros y creando de este modo una sensación de amplitud y luminosidad. Emplean líneas horizontales y alargadas junto con materiales como la madera, vidrio, cerámica, textiles de algodón, etc. dando siempre calidez al espacio.
El mobiliario, de líneas puras, sutiles y modernas, se elige de forma muy cuidada: cada pieza tiene su función y aporta estética al conjunto. Es uno de los puntos característicos más importantes de este estilo, el que le define como escandinavo: tonos neutros, patas de madera clara, algún toque de cuero, telas blancas o grises.. Por otro lado su ubicación en el espacio se estudia al detalle, dejando que “corra el aire” entre los muebles, dándole gran protagonismo tanto a las estancias como a cada uno de las piezas. Lo mismo sucede con los elementos decorativos, nada recargados y utilizados de forma muy puntual, contrastando con el mobiliario o las paredes. Láminas enmarcadas en blanco y negro, pequeñas lámparas colgantes negras, algún jarrón contemporáneo en tonos grises, algún toque de madera, letras corpóreas sobre baldas…
Sin ánimo de hacerle publicidad, hay que reconocerle a la firma IKEA la difusión de este estilo por todo el mundo, pues al menos inicialmente cumplía a rajatabla los principios de este estilo: mueble blanco (impensable en España cuando aterrizó aquí por primera vez), maderas claras (fundamentalmente abedul), predominio de tonos neutros y complementos contemporáneos. Toda una revolución que llegó para quedarse.
En resumen, si quieres llegar a casa y desconectar, en Decofilia apostamos por el estilo escandinavo como uno de nuestros favoritos, lleno de calidez y armonía. ¿Te gusta?
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Vía: pinterest.com
Magníficas imágenes que me serán de gran ayuda para darle un nuevo aire a la decoración de casa que después de muchos años está obsoleta, necesita un aire nuevo y con este estilo creo que acertaremos.
Me alegro mucho que te gusten y te puedan servir, esa es la idea 😉
Feliz día,
Eva
El resultado es un ambiente acogedor y luminoso, donde la armonía entre los elementos naturales y la paleta de colores suaves crea un espacio visualmente agradable y funcional. ¡Una verdadera expresión de belleza escandinava en el hogar!