En estos días de otoño es imposible concebir el arte de siestear un domingo por la tarde en casa sin una buena hamaca de interior. Obviamente, uno puede echarse la siesta en un sofá, en una cama o incluso en un sillón orejero, pero cuando en casa contamos con una hamaca, nada iguala esa sensación de “dolce far niente” que se asocia a esta pieza tan singular.
No estamos hablando en este caso de chaiselongues o de asientos-columpio sino de las clásicas hamacas de exterior (esas que se colocan en los porches o de árbol a árbol), solo que aplicadas al diseño interior del hogar.
Obviamente, rigen las mismas reglas en cuanto a sujeción: dado que tienen que soportar el peso del cuerpo humano, es importante que los muros, techos o soportes a los que vayan ancladas las sujeciones sean lo suficientemente resistentes como para no vencer ante unos kilitos de más.
De muro a muro
En este sentido, lo mejor y lo más habitual es anclarlas de muro a muro (siempre que no sea pladur) ya que de este modo además permite “extenderlas” en su máxima amplitud, generando una especie de cama flotante ideal como zona de descanso o rincón de lectura.
Hamacas al techo
También es muy común a nivel de sujeción colgarlas al forjado del piso superior o a las vigas en caso de tenerlas vistas. En estos casos podemos encontrar las que anclan a dos puntos techo generando esa sensación anterior de hamaca-tumbona tan característica, o bien las que anclan a un solo punto, en cuyo caso suelen ser más hamacas-asiento para sentarse a leer o descansar sin tumbarse del todo.
Materiales
A diferencia de las de exterior, aquí no estamos expuestos a las inclemencias del tiempo, por lo que las posibilidades en cuanto a elección de telas, textiles y materiales se multiplican.
Tenemos por ejemplo las formadas por simples TROZOS DE TELA (hasta una sábana de algodón con cierta consistencia podría valernos):
Otra opción son las que dan un gran protagonismo a las CUERDAS de los extremos, emulando al Tarzán de los monos:
Las de REJILLA son otro clásico de la hamaca de interior. De corte sencillo y línea homogénea, son ideales para aquellos que huyen del abigarramiento.
Otras en cambio resultan más sofisticadas, incluyendo elementos poco habituales como AROS Y ANILLAS, así como con CORTES ESPECIALES en la tela:
Por supuesto, un clásico son las hamacas de interior de tipo bohemio, que usan y abusan de la PUNTILLA y el crochet.
Por último, están las que dan un cierto protagonismo a la MADERA, fundamentalmente en forma de palos que hacen las veces de travesaño al que van cogidas cuerdas o cordones de distintos estilos.
Colores
En cuanto a colores, dada la inmensidad de telas a disposición en el mercado, podemos adaptar las hamacas de interior a los más variopintos estilos decorativos.
Las de color blanco suelen ser las reinas, fundamentalmente por la claridad y luminosidad que dan al ambiente. Tanto en estilos minimalistas como en los shabby, rustic chic y escandinavo, este color es el rey:
Las negras también son muy habituales por ese toque de sofisticación y elegancia que aportan al ambiente. Especialmente idóneas para una decoración masculina.
Si te gusta el color, pero sin pasarte, puedes optar por una hamaca de color monocromo o de tonos armónicos si lo que se intenta es focalizar la vista en esta pieza como complemento de color al resto de la decoración de la estancia.
Finalmente, para los amantes de la decoración colorista y del estilo boho, las telas estampadas y coloristas, así como los patchwork, son las candidatas ideales en este tipo de ambientes.
Hamacas originales
Por supuesto, siempre los hay que se salen de los cánones establecidos, optando por hamacas de interior alternativas con cierto toque “sui géneris”…
¿Más inspiración?
Como para gustos colores, por si acaso te has quedado con ganas, te dejamos con un montón de ejemplos más de hamacas de interior para que encuentres aquella que más te inspire a mecerte en un reparador sueño. ¡Feliz descanso!
Vía: pinterest.com